Imperfecciones corporales

Autor: Dario Valencia Restrepo
Libro: Imperfecciones corporales
Editorial CES
Universidad CES
http://www.ces.edu.co/index.php/editorial-ces/106-novedades/5286-imperfecciones-corporales-una-vision-evolutiva#presentación

Una decisión en 1987 de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos tuvo importantes repercusiones en la enseñanza de las ciencias en dicho país. Se trataba de definir la legalidad de una ley del estado de Luisiana que exigía que en las escuelas públicas se enseñara el creacionismo simultáneamente con la evolución. El fallo la consideró inconstitucional porque intentaba propiciar el progreso de una religión particular. Con anterioridad, 72 ganadores del premio Nobel en ciencias, 17 academias estatales de ciencia y siete otras organizaciones científicas aportaron su concepto al juicio: la llamada ciencia de la creación está basada en principios religiosos.

Ante el retroceso sufrido, muchos creacionistas recurrieron al concepto del Diseño Inteligente para seguir ofreciendo una supuesta alternativa científica a la evolución, esta última considerada hoy por la generalidad de la comunidad científica no solo una teoría sino también un hecho. Aquel concepto sostiene que la complejidad y perfección de los seres vivientes es tal que no puede ser el resultado de la selección natural que actúa sobre variaciones genéticas de carácter aleatorio y heredables, como sostiene la evolución, sino más bien el resultado de una causa inteligente que ha desarrollado un diseño genuino de la naturaleza. El diseño inteligente puede entonces verse como una forma más elaborada de creacionismo.

Si en gracia de discusión se aceptara el diseño inteligente, cabría preguntarse si es óptimo el diseño de los seres humanos. A pesar de la admiración que pueda prodigarse al funcionamiento de nuestro organismo, un reciente libro muestra que estamos lejos de ser una construcción perfecta pues se señalan allí muchos errores de diseño anatómico, fisiológico y sicológico. Se trata de “Imperfecciones corporales – Una visión evolutiva”, del ingeniero y matemático Antonio Vélez y el médico William Álvarez, cuya edición estuvo a cargo de la Universidad CES.

La evolución ocurre en forma gradual, sin una finalidad específica, siempre mediante modificación de lo existente; por lo tanto, no es posible la aparición súbita de un órgano complejo y bien diseñado. Lo nuevo puede significar una ventaja adaptativa frente a cambios en el ambiente, potencialmente transmisible a descendientes, pero es posible que resulte en alteraciones anómalas. El proceso evolutivo también condujo a la formación de ciertas estructuras, llamadas hoy vestigiales, cuya función original se ha perdido y de las cuales hay manifestación en el desarrollo del embrión humano. Por ejemplo, durante el crecimiento de éste aparecen restos de branquias y de una cola que finalmente queda reducida al coxis.

Son numerosos los ejemplos de diseño imperfecto que presenta el libro ya mencionado. Uno significativo se relaciona con nuestro órgano de la visión pues tanto el nervio óptico como los vasos sanguíneos cubren la retina, lo que limita la entrada de luz y, en el caso del primero, origina el punto ciego. Por el contrario, en algunos invertebrados, que siguieron un camino diferente en la evolución, el diseño es superior pues tanto los ramales sanguíneos como los nerviosos están situados debajo de la retina.

De mucho interés es el epílogo del libro de Vélez y Álvarez. Se desprende de su lectura que, como es lógico, la evolución no se ha detenido pero ahora el mecanismo de la selección natural está siendo sustituido cada vez más por los avances en la biología y la medicina. La ingeniería genética de los alimentos puede tener en el largo plazo consecuencias insospechadas, al igual que no es posible vislumbrar lo que ocurrirá con la manipulación genética, sobre todo ahora que se ha descifrado el código genético de nuestra especie. Agregaríamos que por primera vez la conciencia puede dirigir la evolución y, aunque el mundo actual no permite albergar mayor optimismo, esperar que la tendencia sea hacia lo que mejor nos caracteriza como humanos, hacia una prevalencia del espíritu de solidaridad  y cooperación frente a la pulsión del egoísmo.

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